De algún modo, como cierto homenaje, esta entrada sólo sería para transmitir por qué mi blog se llama Vecino de este mundo. Simplemente por las líneas del comienzo de la famosa canción "Coincidir" de Alberto Escobar.
El pasado domingo 16 de junio cayó la celebración del día del padre y también ese día murió, como una coincidencia extraña de la vida, el padre de esta canción. Si bien es una pieza ya demasiado conocida, con muchas versiones tras de sí, creo que no le quitará jamás la profundidad y existencia a la que hace referencia cada uno de sus versos.
De esta letra no puedo decir que haya un verso en especial que me haga sentir más el agobio. Creo que el valor literario, como poesía, radica en que todo va entretejido. La primera vez que tuve contacto con esta canción precisamente fue una ola que no dejaba de voltearme. Conforme cada nueva frase llegaba, me hacía sentir esa angustia, esa nostalgia, esa desesperación y esa decepción con la vida.
El contenido me resulta abrumador (y no lo digo de manera negativa). La letra no te permite la paz. Y a la vez contrasta un poco con la música medio esperanzadora, que exige celebrar la oportunidad de existir y precisamente esa coincidencia: las personas que están a nuestro alrededor, aquellas con quienes tenemos contacto a lo largo de las diferentes etapas de nuestra vida.
Sucede que en algún punto de la vida nos hubiera gustado vivir en otra época. Ya sea porque nos ha enamorado alguna obra literaria o bien a través de las representaciones del cine o del teatro. Y no tiene nada de malo, es anhelar lo que en el presente pareciera no podemos tener. Pero luego viene este choque de la canción de la que hablo hoy: "Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir". Es decir, este es tu momento, de tanto tiempo en el que se ha extendido la raza humana, este es el momento preciso en el que tú puedes tener acción. No importa si no eres una figura "famosa". Sólo basta ver el círculo social que has formado y cómo encajas a la vez en el de otras personas.
Navegar con la mente el universo, entretenerse con las estrellas, enfocarnos en la más lejana, retornar a los ancestros, ser vecino del mundo sólo por el momento en que nos toca estar vivos... Las frases centrales del texto simplemente son muy buenas.
En una idea más loca, a veces pienso que me gustaría poder conocer qué hay en cada vida. Cada instante que crea memorias, que crea aprendizajes y hasta cierto punto, los enfoques que se crean sobre lo que debe significar para cada persona la oportunidad de estar vivo.
Así como yo puedo pensar: "Ah, cuánta razón tenía mi papá con esto..." "Mi mamá bien me dijo aquello", "Cuando este amigo me compartió tal cosa", situaciones similares suceden a cada quien cuando valida las experiencias que otros le transmiten. Así pues, como el viejo dicho, cada cabeza es un mundo y cada mundo tendrá su propia cosmovisión.
Pero no quiero alejarme del tema central. La canción y su frase inicial eran el título perfecto para este blog donde simplemente dejo huella de alguna opinión, de alguna experiencia, porque poco tiempo toca estar vivo y esta es mi ventana personal donde se puede mirar lo que me angustia, lo que me alegra. De repente no me gusta nada la vida, no comprendo cómo funciona, pero a la vez no me gustaría rendirme y querría ver cómo voy a terminar. De algún modo termina pesando la presión social sobre que "algo debes hacer con tu vida". Sentencia de la cual todavía no encuentro pista y mira que ya no soy un chavillo con todo el mundo por delante.
Complemento esta entrada con los siguiente versos de César Vallejo, "Hoy me gusta la vida mucho menos":
Hoy me gusta la vida mucho menos,
pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.
Casi toqué la parte de mi todo y me contuve
con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.
Hoy me palpo el mentón en retirada
y en estos momentáneos pantalones yo me digo:
¡Tanta vida y jamás!
¡Tantos años y siempre mis semanas!... Mis padres enterrados con su piedra
y su triste estirón que no ha acabado;
de cuerpo entero hermanos, mis hermanos,
y, en fin, mi ser parado y en chaleco.
Me gusta la vida enormemente
pero, desde luego,
con mi muerte querida y mi café
y viendo los castaños frondosos de París
y diciendo: Es un ojo éste, aquél; una frente ésta, aquella... Y repitiendo:
¡Tanta vida y jamás me falla la tonada!
¡Tantos años y siempre, siempre, siempre!
Y este de Ida Gramko, "Contra el desnudo corazón del cielo":
Sólo por el gusano
la rosa es pura y bella.
Paradoja mortal. Quizá milagro
o miseria.
Alimento el deseo de morir
por alguien o por algo de la tierra,
para vivir
con fuerza.
Ola, sin mar, llevando el mar en sí.
Blanda llama espectral en mi existencia.
Si mis mejillas sangran
y mis pupilas siembran
lágrimas
de luz, en las tinieblas,
no digáis que mi alma
pierde la plenitud por su tristeza.
Mientras solloza, canta
la vida, y mientras sueña.