Esta entrada no pretendo sea larga. Sólo era para comentar esas cosas extrañas pero divertidas que tiene la música:
En el recital para finalizar el 2do año en la escuela de música del Instituto Cultural Cabañas, voy a presentar dos preludios de Bach. Las piezas en sí son divertidas, y como me comenta mi maestro, te ponen cierto reto aunque sean cortas (a lo mucho dos páginas). A diferencia de métodos como Beyer o Hanon, en los que resulta excelente el modo en que te hacen predecir las notas siguientes, estos preludios de repente me dejaban perdido en el tiempo.
Explico: había pasajes en los que aunque yo estuviera leyendo las notas para ambas manos, mis dedos no se movían. Es a lo que yo llamo que el cerebro se queda trabajando o experimentando "dificultades técnicas" en lo que resuelve cómo es que vas a realizar la ejecución.
La misma situación me pasó en la segunda parte del preludio 1 para el clave bien temperado. En la primera parte vas intuyendo por la armonía en los arpegios, pero la segunda de repente mete intervalos aumentados, segundas y cosas así que le daban un poco de dificultad para la memorización. Afortunadamente eso en diciembre salió bien y espero que en julio esto también salga bien.
Complemento con un ejercicio de ritmo que nos dejó el maestro de solfeo, que nos comentaba:
"aunque ustedes sientan que no pueden ejecutarlo, su cerebro está trabajando muy rápido, está moviendo información de un lado a otro para descifrarlo"
Y vaya que sí, por eso es que dicen que la música te pone a trabajar ambos hemisferios. Quizás también me cuesta algo de trabajo por la edad que tengo, por eso agradezco haber entrado con algo de nociones de cuando tocaba la guitarra desde la secundaria.
En fin... hasta la próxima.
Jorge